El 19 de marzo de 2025, Rusia lanzó un ataque masivo contra Ucrania, utilizando 171 drones y más de 30 bombas guiadas, según informó la Fuerza Aérea ucraniana. Este ataque, uno de los más intensos en las últimas semanas, resultó en al menos dos muertos y diez heridos. Las defensas ucranianas lograron derribar 75 drones, mientras que otros 63 dispositivos se perdieron de los radares sin causar daños.
Este ataque se produjo pocas horas después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente estadounidense, Donald Trump, mantuvieran una conversación telefónica en la que discutieron la posibilidad de un alto el fuego y la suspensión de ataques a infraestructuras energéticas. Sin embargo, la ofensiva rusa sugiere una falta de compromiso con las propuestas de paz.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó la llamada con Trump como “muy positiva” y reiteró la disposición de Ucrania para detener los ataques contra infraestructuras energéticas rusas. Sin embargo, ante la reciente agresión, Zelenski expresó su escepticismo sobre la voluntad de Rusia para alcanzar una tregua efectiva.

La Unión Europea, a través de su alta representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, expresó desconfianza hacia Moscú tras el ataque. Kallas criticó la falta de disposición de Rusia para hacer concesiones y subrayó la necesidad de apoyar a Ucrania en medio de las continuas agresiones.
Mientras tanto, el ministro de Asuntos Exteriores de la República Checa, Jan Lipavský, alertó sobre las posibles intenciones de Rusia de expandir su influencia en Europa, colocando a países como la República Checa en la mira del expansionismo ruso. Lipavský enfatizó la importancia de una paz duradera en Ucrania para prevenir nuevas amenazas en la región.